Los inabarcables cuadernos de Ramanujan
24/03/09 13:20
Foto del pasaporte de Ramanujan
Seguían a este breve introducción nueve páginas de fórmulas en apretada letra. Hardy se detuvo un momento ante los cálculos, pero no vio nada que llamara su atención. Estuvo tentado de tirar la carta a la papelera, pero era matemático -uno de los mejores-, y cualquier hoja repleta de números le merecía respeto. Apartó la carta, cargó su pipa, y salió a la calle a ocuparse de sus cosas: una clase y un partido de ténis aguardaban. En el transcurso de esa rutina acababa, sin saberlo, de cambiar su vida. Caía la tarde cuando, de vuelta a casa, se propuso dar una segunda oportunidad a aquella extraña carta. Lentamente empezó a penetrar en las ecuaciones que se sucedían sin descanso por el papel, y decidió llamar a un colega de la universidad, John Edensor Littlewood, a que compartiera el tesoro. Al principio pensaron que todo aquello era un fraude, pero Hardy intuyó que un falsario con un conocimiento tan extraordinario de las matemáticas suponía una explicación más extravagante que reconocer que un simple contable de la India era un segundo Newton. Hacia medianoche los dos amigos se miraron. En aquellos papeles había algún cálculo erróneo, sí, pero también fórmulas conocidas que el misterioso corresponsal redescubría por si mismo y unos cuantos hallazgos de primer nivel. Los papeles contenían nada menos que 120 teoremas que superaban la obra de toda una vida de muchos excelentes matemáticos.
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