Si alguien vio una cápsula blanca y redonda elevarse en el cielo puntano, si algún cordobés vio descender como un sombrerito naranja cerca de la localidad de Coronel Moldes, provincia de Córdoba, puede quitarse la preocupación de encima. El "ovni" ya fue identificado. Así fue el lanzamiento:
El jueves 12 de abril a las 8.35 A.M, Pablo de León y sus compañeros de la Asociación Argentina de Tecnología Espacial (AATE), lanzaron desde La Punta, San Luis, la sonda estratosférica Clementina II. Un centenar de chicos debían soltar 100 pequeños globos cuando la cápsula alcanzara altura suficiente, así podía filmar el "enjambre", pero los chicos se precipitaron y Clementina ascendió escoltado por ellos.
Hace un año, el mismo equipo ya había sido lanzado desde La Punta, pues el Clementina es reutilizable, sobre todo si, al estallar el globo de helio, el paracaídas se abre. En la segunda oportunidad, esto sucedió cuando la cápsula alcanzó 25 mil metros, para luego aterrizar cerca de la estación Fragueyro, entre Coronel Moldes y Vicuña Mackenna. La sonda, en cuyo viaje superó una velocidad de 170 km/h, fue recuperada en un campo de alfalfa. "Para nuestra satisfacción está en perfecto estado y ya la transportan nuevamente a la provincia", explicó Alejandro Munizaga, secretario de Ciencia y Técnica de la Universidad de La Punta.
Clementina tampoco es el primer proyecto en que De León intenta atraer la curiosidad científica general, especialmente la de los jóvenes. La segunda cápsula, a diferencia de su antecesora, que el año pasado trepó 20 mil metros, obtuvo vistas de la Tierra desde 25 mil metros de altura. Esta vez, el lanzamiento coincidió con los cinco años de la inauguración del Planetario y el Observatorio del Parque Astronómico de la Universidad de La Punta, emplazado en un solar que "mira" la historia de la Astronomía a través de instrumentos de diferentes épocas y culturas y un referente relevante, ya que San Luis parece ser la única provincia interesada en el desarrollo aeroespacial.
Firme defensor de promover la investigación espacial, la última aventura pública de Pablo de León fue una excursión científica a la Base Marambio, Antartida Argentina. Allí, en marzo 2011, probó su traje espacial NDX-1 junto a personal de la NASA, de la Universidad de North Dakota y la Fuerza Aérea Argentina, junto con médicos del Instituto Nacional de Medicina Aeronáutica y Espacial.
Pablo De León en la Antártida, 2011. Diseñó el traje que lleva puesto para los astronautas que viajen a Marte.
En 2001 De León emigró a los EE.UU. para concretar sus sueños. Pero nunca abandonó la ilusión de reimpulsar la investigación espacial aquí, en su país, donde -lo demuestra en su libro- entre los años sesenta y setenta existió una cultura espacial militar, amateur y científica envidiable. Y que, desde los noventa y más allá, sólo existió gracias al voluntarismo de entusiastas y soñadores como De León.
Alejandro Agostinelli es periodista y editor del blog Factor 302.4