La feria cordobesa más loca: todo por cero peso
Ayer se realizó Gratiferia, un espacio en el que se pueden llevar y traer productos y servicios gratis. Hubo desorden y hasta peleas. Repetirá todos los meses.
- 28/01/2012 00:01 , por Redacción LAVOZ
Había de todo, pero duró muy poco. Ropa, tecnología retro, libros, comida, artículos del hogar. Ayer se realizó la Gratiferia en la Plaza de la Intendencia, en la ciudad de Córdoba. La consigna fue: “Traé lo que quieras, o nada; llévate lo que quieras, o nada”. Es una feria en la que el dinero o el trueque no valen.
Pero la gente se abalanzó sobre las cosas. No dejaron que los organizadores distribuyeran por rubro lo que habían traído. Ni siquiera pudieron colgar la ropa en los percheros.
“La gente no entendió el concepto, manoteaba las cosas y se peleaban entre ellos”, dice Cecilia, una de las organizadoras.
La idea original fue del argentino Ariel Rodríguez Bosio. Desde hace unos años el concepto de Gratiferias se ha extendido de Buenos Aires a varias ciudades del mundo.
Ayer sólo una pancarta anunciaba que en la Plaza de la Intendencia había una feria. Empezaba a las 18. Una hora después no había paisaje de feria en la plaza. La gente se movía en masa de un rincón a otro tras el rumor de que alguien estaba regalando algo.
No importaba qué. Algunos entre la vergüenza, el recelo y el miedo se animaron a sacar lo que traían en sus bolsas. Nísperos, lámparas, videocaseteras, videos, CPU, teclados, zapatos, camisas, cintos, retazos de tela y madera, libros, revistas. Las cosas fueron saliendo a cuentagotas tras el susto del primer tumulto.
En el medio del pasto había una cartera tirada. “¿Se regala?”, pregunta una chica. La respuesta es sí. La joven la toma y se justifica: “Para mi mamá”. Eva llegó con sus nietas y vecina con una bolsita. Estaba desconcertada. No sabía dónde tenía que dejar la ropa que había traído.
La feria fue un éxito porque era gratis, pero el concepto aún no arraigó entre los cordobeses. Cecilia piensa que la próxima va a salir mejor. Será el 12 febrero en el mismo lugar.
También se daban abrazos. O se pedían, quién sabe. Los abrazos siempre hacen falta, pero la gente no se abalanzó por ellos.
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