Richard Garriott, el millonario norteamericano que en 2008 desembolsó 30 millones de dólares para convertirse en astronauta y visitar durante 10 días la Estación Espacial Internacional (ISS), filmó a bordo --clandestinamente-- un filme de 8 minutos titulado "Apogge of Fear" (Apogeo del miedo).
Richard Garriott a bordo de la ISS (Foto: NASA)
En la película que la NASA impidió difundir apenas supo de su existencia, Garriott muestra cómo los astronautas estadounidenses Mike Fincke y Greg Chamitoff y el cosmonauta ruso Yuri Lonchakov descubrieron que el consumo de oxígeno en la ISS se dispara. Tras descartar varias hipótesis sobre tal anomalía, el grupo se queda con la más fantástica: había un alienígena infiltrado en la plataforma orbital.
La película, por supuesto, era un improvisado corto de ciencia ficción. Pero no cualquier corto de ciencia ficción. Era el primero del género filmado en el espacio exterior. Garriott ya había hecho los arreglos para editar y distribuir el filme ni bien pusiera los pies en la Tierra. Pero la NASA le negó el permiso para hacerlo.
Claro, con toda la tradición ufológica a cuestas y la mitología que Hollywood ha diseminado al respecto, es inevitable pensar que la NASA habría conspirado para encubrir algún fenomenal enigma. Pero las autoridades de la agencia espacial de los EE.UU. contestaron que tal película"estaba fuera del acuerdo" con Garriott, quien "había utilizado como actores a empleados de la NASA" y que el film exhibe "hardware y equipos de la NASA". Los argumentos eran, en suma, una colección de clisés burocráticos. Era dificilísimo sostener, sin arriesgarse al ridículo, que había un complot detrás de eso. Más cuando el Instituto Smithsoniano, un centro de investigación y docencia financiado por Washington, terminaba de pedir a Garriott una copia de la película dada su "importancia histórica".
Para Garriott, magnate estadounidense creador de videojuegos e hijo del veterano astronauta de la NASA, Owen Garriot, los motivos eran otros. Su película "no coincidía con el mensaje que a la NASA le interesaba dar". En suma, usar como locación un territorio dedicado al desarrollo espacial para rodar una película con un argumento semejante al de "Alien", pero hecha a los apurones, no era una cosa que a la agencia espacial norteamericana le encantase tragar.Ahora, cuando el excéntrico multimillonario comienza a subir el volumen de su queja por lo que considera un acto de censura, la revista Wired acaba de recibir una alentadora respuesta de Bob Jacobs, subdirector de comunicaciones de la NASA: "La NASA está trabajando con Richard Garriott para facilitar la liberación del video. Aunque el proyecto no era parte de su acuerdo original con la NASA, todos los involucrados tuvieron las mejores intenciones. Esperamos resolver los asuntos pendientes con prontitud, y agradecemos la cooperación de Richard y a sus esfuerzos para entusiasmar a la gente sobre el futuro de la exploración espacial".
El supuesto complot, como todos los que se le adjudican a la NASA, es todo menos secreto y el filme ni siquiera es tan misterioso. El año pasado la película fue presentada en la convención de cómics, anime, videojuegos y ciencia ficción Dragon*Con. Un pícaro filmó la proyección y la subió a YouTube:
La NASA quizá decidió aflojar la corbata porque advirtió que el saldo de la prohibición podría ser exclusivamente negativo (la agencia espacial estadounidense acumula un largo historial de acusaciones gratuitas de secretismo), mientras que autorizar la exhibición del filme le traería más beneficios.
Otro motivo para ceder tal vez tuvo que ver con una segunda noticia: la NASA está por estrenar un documental educativo titulado "Man on a Mission" (Mike Woof, 2011), que refleja las aventuras de Garriott en torno a su viaje a la ISS.
Richard Garriott, sexto turista espacial, creó con Owen, su papá, ExtremoZyme, una compañía biotecnológica que capitalizó la permanencia de Richard a bordo de la ISS. Owen estuvo entre los primeros astronautas científicos de la agencia. Participó en la estación espacial Skylab EE.UU. en 1973, y voló, diez años después, en el transbordador Columbia.
Si el primer film de ciencia ficción rodado en el espacio queda como un hito histórico (aunque nadie esté dispuesto a pagar un centavo por la entrada), consideremos que Garriott no gastó los 30 millones de dólares sólo para divertirse con su película y mirar a través de una escotilla. Hizo para ExtremoZyme varios experimentos biomoleculares con fines médicos (como la cristalización de proteínas en el espacio) y desarrolló para The Nature Conservancy un proyecto para identificar y fotografiar en órbita cambios ambientales y verificar los programas de protección que son exitosos en el mundo.
Si los viajes espaciales tripulados continúan, es altamente probable que lo hagan en manos privadas. En tal caso, ojalá los astronautas-capitalistas del futuro pisen las huellas de Richard Garriott y aprovechen sus travesías para pensar más allá del estrecho horizonte de sus miradas.
Alejandro Agostinelli es periodista y editor del blog Factor 302.4
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